Puedes ver tu vida como una sucesión de días independientes o como lo que en realidad es: un camino de evolución personal.
En ese camino sufrirás caídas, decepciones y dolor, como algo inevitable a la condición humana. Y también tendrás (con algo de suerte) momentos de alegría, felicidad y plenitud.
Es el ciclo natural de la vida. De la misma manera que lo es nacer, crecer, reproducirnos y perecer.
Pero en la sociedad actual parece que hemos aceptado la idea de que hay un momento de nuestras vidas a partir del cual esa evolución personal se detiene.
Como si llegados a un cierto punto en nuestro ciclo vital ya no hubiese más cambios ni aprendizajes y nos tocase aguantar la posición o estatus obtenido, hasta tener una muerte más o menos digna.
Sucede que muchas personas se sienten insatisfechas, atrapadas y prisioneras de esa imagen/estatus, lo que es paradójico cuando en realidad tenemos mejores condiciones de vida que las de nuestros (sufridos) antepasados.
Creo que esta visión fija (y estancada) de nuestro ciclo vital adulto ha creado un tremendo malestar y sufrimiento emocional en las últimas décadas en los países desarrollados. Y es una de las razones de las altas tasas de ansiedad y depresión actuales.
Por eso debemos erradicar esta concepción falsa y entender nuestra vida como un camino de evolución personal continuo e inagotable.