En la película “Marte”, el protagonista se queda atrapado en el planeta después de que el resto de la tripulación se fuera, creyendo que había muerto en un accidente.
Lo peor es que no tenía forma de comunicarse con la tierra, así que decidió crearse un plan de supervivencia hasta que otra misión programada para 4 años más tarde volviera a Marte y poder regresar a la tierra con ellos.
No sabía si sería posible ni si sobreviviría, pero de esta forma, le dio a su cerebro algo en lo que centrarse, evitando entrar en una espiral peligrosa de pensamientos catastrofistas.
Estar vivos es, por definición, un estado de incertidumbre permanente; la muerte y lo imprevisto siempre nos acecha.
Esto nos genera un desasosiego interno con el que no podemos vivir, por eso el ser humano ha creado la cultura como medio para darle una cierta estructura a la vida.
El arte, las religiones, las ciencias, las sociedades y las comunidades, nos confortan y rebajan, en parte, nuestra ansiedad existencial.
Como paradoja de lo bien que lo hemos hecho, tendemos a olvidar la premisa inicial: que la vida es siempre incierta.
Por eso nos sorprendemos cuando sucede una catástrofe natural o cuando sobreviene una pandemia mundial, pero estos hechos han estado presentes en la historia de la humanidad.
Actualmente se dan las condiciones perfectas para crear un estado de estrés y ansiedad elevado en muchas personas porque nos enfrentamos a una amenaza desconocida, invisible y omnipresente.
Nuestro cerebro trabaja a toda marcha tratando de controlar la situación y nuestro sistema nervioso está en permanente estado de alerta, lo que es un sinvivir.
El problema es que hay cosas que no podemos controlar ni predecir, pero podemos crear un plan para que nuestro cerebro no se vuelva loco…¡aunque no seamos astronautas de la NASA!
BONUS
– Cuando notes que tu mente “entra en barrena”, búscate un proyecto para tenerlo ocupado.
– Diseña un plan de acción con los pasos que tendrás que dar. Cuanto más detallado mejor.
