Los desencadenantes que hacen que una situación nos genere estrés son carecer de información sobre algo, incertidumbre, pérdida de control sobre la situación y la falta de oportunidad para expresar lo que sentimos.
Todas esas condiciones se dan en nuestra infancia, cuando aún no hemos alcanzado la madurez cognitiva suficiente para darle sentido al mundo que nos rodea.
Por eso muchos de los comportamientos disfuncionales que observamos en algunas personas son resultado de intentos de adaptación a la situación que no se ha podido procesar adecuadamente en un momento determinado de su crecimiento.
El trauma acaba produciendo formas de ser y de comportamiento que son adaptativas, para no dar problemas a los adultos que les rodean, y defensivas, para evitar más sufrimiento.
Según Gabor Maté, experto en trauma, adicción y desarrollo infantil, la adicción es un mecanismo de supervivencia para lidiar con el inmenso dolor que nos provocan los traumas de nuestra infancia.
Para Maté una adicción es cualquier comportamiento en que la persona anhela, encuentra alivio temporal o placer pasajero para luego sufrir consecuencias negativas, y aun así tiene dificultades para dejarlo.
Hay las adicciones ‘clásicas’ como las drogas, el alcohol, el porno o el juego, pero también hay adicciones cotidianas y más sutiles como la adicción al móvil, a la comida, al ejercicio o incluso al enamoramiento.
Todas las adicciones son intentos de resolver un problema con medios externos, cuando la verdadera causa es de raíz interna. Por eso, el adicto nunca consigue satisfacer su necesidad, lo que perpetúa la adicción.
La adicción empieza con dolor y termina con dolor. Y cuanto más grande es el dolor, más grande es la adicción.
El drama es que la persona deja de expresar quién es, su yo verdadero, y escondida bajo capas de represión acaba por no saber quién es.
BONUS
– ¿Qué comportamiento no puedes evitar?
– ¿Qué “adaptación/renuncia/dolor” hay detrás de eso?
*Imagen Matthew T Rader