Podemos pasar por la vida de incógnito, desapercibidos y sin hacer ruido. Haciendo lo mínimo, cumpliendo con los deberes que la sociedad, el jefe o la empresa nos asigna e ir tirando hacia una muerte más o menos digna.
Pero la vida ordinaria tiene un coste y pagamos un precio muy alto por ella.
No me parecen casuales las tasas de suicidio y de adicción ni que no sepamos manejarnos en la convivencia o que padezcamos enfermedades causadas por abusos que cometemos sobre nosotros mismos.
Para mí la razón es que nos falta una Historia Personal de Grandeza que nos inspire.
Tenemos que contarnos mejores historias. Historias de proezas y hazañas personales cotidianas. Historias de compasión, de superación, de solidaridad. Historias que representen lo mejor del ser humano.
Porque de lo contrario caemos en la narrativa negativa y confrontacional que nos inculcan con intereses egoístas y partidarios.
Y no podemos ignorar lo negativo, lo malo que sucede. Pero el tono de las noticias (y las historias) que vemos y escuchamos determina también cómo nos sentimos y cómo vemos el mundo.
Sucede que en la vida de muchas personas hay una gran confusión narrativa, y ante la ausencia de una historia de grandeza que protagonizar, nos perdemos y nos desorientamos.
Puedes elegir entre una vida ordinaria, a medio gas, o explorar la grandeza de la vida como protagonista en el tiempo que estás vivo. Realmente vivo.
*Mohamed Hassan en Pixabay