Hay una anécdota de mi infancia, que siempre me cuenta mi madre, que fue un ejemplo premonitorio de lo que sería en el futuro.
Un fontanero vino a casa a arreglar el radiador de la planta de arriba y mi madre me oyó ‘tocar’ la flauta, que a los 4 años era hacer mucho ruido.
Así que madre subió corriendo a quitarme la flauta para que no molestara al fontanero.
Lo que no se esperaba es que el fontanero le pidiera que me dejara seguir tocando la flauta para poder trabajar.
Porque si no yo no le dejaba tranquilo, interrumpiéndolo constantemente con preguntas sobre qué estaba haciendo, para qué servía cada herramienta, cómo lo iba a arreglar, etc, etc.
Los niños tienen una fase en la que lo cuestionan todo, que luego suele pasarles. En mi caso no solo no se me ha pasado sino que sigo hoy me hago más preguntas que nunca.
Por eso me considero un “preguntador profesional”… o al menos vocacional.
La pregunta fundamental que siempre me he hecho y entorno a la que gira mi trabajo es: ¿cuál es la esencia de Ser Humano?
Por eso no es de extrañar que estudiara psicología, que profundizara en la armonía de mente y cuerpo, que haya viajado por el mundo y ¡que siga filosofando!
BONUS
– ¿Tienes alguna “anécdota premonitoria” de tu infancia?
– ¿Sigues cultivando esa vocación?
*Imagen Alexas Fotos