¡Respira!

La respiración es vida. 

Además de proporcionarnos oxígeno y eliminar dióxido de carbono, cumple otras funciones.

En nuestra vida cotidiana apenas somos conscientes de que respiramos, pero lo hacemos unas 15.000-20.000 veces al día (dependiendo de la persona).

Es un proceso biológico del que se encarga nuestro sistema nervioso autónomo y aunque podemos aguantar un tiempo sin respirar el impulso por volver a tomar aire nos resulta irrefrenable.

La respiración es un proceso automático, pero podemos ejercer un cierto control consciente si reparamos en ella. Lo que abre un puente entre nuestro sistema nervioso autónomo y nuestra parte consciente. 

Por eso todas las técnicas de autoconciencia y conexión entre cuerpo y mente empiezan por ella. 

El diafragma es el músculo principal de la respiración y está íntimamente ligado con las emociones. Cuando estamos nerviosos sentimos que se nos acorta la respiración debido a la tensión que tenemos en el diafragma. 

Y cuando estamos alegres o enamorados sentimos que el pecho se nos ensancha al respirar porque nuestro diafragma se encuentra tranquilo y parece que podemos coger todo el aire del mundo en una sola inspiración.

Por eso la respiración tiene un papel fundamental en la regulación de nuestras emociones.

Termostato Emocional

Una de las funciones más importantes (y menos practicadas) de la respiración es que actúa como un “termostato emocional bidireccional”: las emociones afectan a nuestra respiración y el estado de nuestra respiración influye a su vez en nuestro estado emocional. 

Por eso nos tranquilizamos al hacer unas respiraciones calmadas que descargan la tensión del diafragma. Y si nos notamos bajos de energía, con unas respiraciones dinámicas que activen nuestro diafragma y nos proporcionan más oxígeno, nos sentiremos alerta y despejados.

Atender a la respiración nos hace tomar más conciencia de nuestro cuerpo, emociones y pensamientos. Es nuestra ‘toma de tierra’, por eso ayuda a regular el estrés y evitar sus efectos negativos. 

Lo paradójico es que se nos olvida respirar o ser conscientes de nuestra respiración, de los bloqueos que tiene o de su falta de rango. 

Y aunque no deberíamos necesitarlo, durante años me he dedicado a recordarles que respiraran a mis alumnos.

Por si también te hace falta recordarlo: ¡RESPIRA!

EL RINCÓN DEL COACH 

1) El primer paso para tomar conciencia de tu respiración es escuchar dónde y cómo la sientes sin modificarla:

  • ¿En el abdomen?, ¿en el pecho?, ¿en los hombros? 
  • ¿Es fluida y profunda o acortada y rígida?

2) A partir de ahí puedes empezar a dirigirla conscientemente a diferentes zonas y modificar su ritmo:

  • Prueba a respirar hinchando la barriga, luego hinchando las costillas, y finalmente en la parte superior del pecho y los hombros. 
  • Ahora puedes probar con una respiración profunda integrando las tres anteriores, tomando aire en una cuenta de 4, reteniendo el aire en 4 y soltando el aire en 4.

3) Notarás que poner conciencia en tu respiración te hace más presente en tu cuerpo y tu mente.

* Imagen Hannah Williams

 

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