Los niños viven con mucha ilusión y esperanzas puestas en el futuro.
Sueñan con todo lo que quieren ser y eso les da energía y motivación para dedicarse a la realización de ese proyecto con entusiasmo.
Pero llegados a una edad, muchas personas sueñan más con el pasado, con lo que fue y con lo que fueron, que con lo que será y lo que serán.
De este modo, algunos adultos viven con la pena de haber sido expulsados de su paraíso infantil, mientras que otros viven atormentados por un pasado traumático.
En ambos casos quedan atrapados por una fijación con el pasado que no les deja disfrutar del momento presente y elimina de su imaginación futuros posibles.
Es obvio que con el paso del tiempo la mayor parte de nuestra biografía queda detrás y no delante, pero (1) nadie sabe cuándo será su último día y (2) lo que los niños hacen es crear (y creerse) identidades nuevas, algo que podemos hacer a cualquier edad.
De hecho, DEBEMOS hacerlo a cualquier edad porque es lo que nutre nuestra ilusión y nuestra esperanza, sin las cuales los seres humanos nos ‘extraviamos’.
BONUS
– Hoy más que nunca necesitamos soñar hacia adelante.
– Sigue creando (y creyendo) futuros nuevos.
* Imagen Daniela Dimitrova